Cuatro cosas que echo de menos y una que me ilusiona

Los principios y finales de ejercicio son momentos vitales muy dados a los balances, a echar la vista atrás y a comparar el presente con el pasado reciente o el lejano. A veces lo hacemos desde la nostalgia y a veces desde el alivio o incluso desde la alegría, pero haciendo ese ejercicio hoy desde la alimentación animal española, me sorprende echar de menos cosas que hace un año tocábamos con las puntas de los dedos .

Echo de menos la relativa tranquilidad con la que habíamos aceptado que las subidas de precios de materias primas para piensos que, realmente, habíamos empezado a experimentar por razones puntuales a finales del ejercicio 2020 pero que se aguantaron por los fabricantes y que por cierto no se trasladaron al precio de pienso hasta finales del primer trimestre y con la voluntad de volver a bajar tan pronto fuera posible. Luego supimos que lo que parecía un calentón de mercado era en realidad un cambio global de ciclo que arrastraría todo el 2021.

Y qué decir de las hoy maniobradas expectativas moderadamente optimistas con las que apostábamos por una recuperación progresiva de la demanda nacional de productos ganaderos, lo que unido a la buena salud cuantitativa de la exportación, nos hacía soñar con una vuelta a  la feliz normalidad en torno a verano. Nos lo quisimos creer por qué nuestros responsables públicos y sanitarios sanitarias decían que era posible y encima utilizaban para explicar lo términos tan cercanos a nuestro querido mundo ganadero como el de ”inmunidad de rebaño”.

También anticipamos a principios el 21 lo que debía ser el final previsto de un costoso proceso de 20 años de auténtica diarrea legislativa que cambió profundamente -en balance, a mejor pero con mucho esfuerzo y muchas bajas en el camino – el modo de producir piensos compuestos en la Unión Europea. Esa sucesión de paquetes normativos debía tocar a su fin con la aprobación ¡por fin! De la normativa nacional de piensos medicamentosos que a día de hoy aún no se ha publicado.

Por último, echo de menos la ilusión con la que el fabricante afrontaba el futuro, tras el primer año de la pandemia en la que había sobrevivido comiéndose las reservas que varios años de crecimientos modestos pero sostenidos habían generado. Habíamos sobrevivido y ahora era el momento de empezar a recuperarse, no iba a ser fácil pero era posible.

Con perdón por parafrasear a Valèry, que vale para todo, está claro que el futuro ya no es lo que era. Si hace un año hubiéramos sabido que a las subidas de las materias primas iba a seguir una subida mayor en términos relativos y a veces absolutos, de casi todos los insumos y costes de producción; que la fiscalidad empresarial no iba a dejar de subir, sobre todo en el impuesto más cruel que existe que es el generado por la inflacción y que por último, la cadena logística tensionada hasta el extremo durante más de un año iba a necesitar al menos otro ejercicio para recuperarse…. hubiera sido un buen momento para replantearse cambiar de trabajo.

Afortunadamente, creo que nadie sobrio podía prever todo esto y gracias a eso, la mayor parte de los estupendos profesionales del sector no se plantearon empezar a moverse por linkedin. Precisamente porque todos queríamos mirar el vaso medio lleno, seguimos trabajando, nos lamimos las heridas como pudimos e incluso pusimos en marcha proyectos de futuro.

El más ilusionante y que quizá el que tenga mayor impacto estratégico para nuestra industria y la ganadería es sin duda la agenda de sostenibilidad cesfac 2030 que fue diseñada y validada por expertos independientes y por la administración a lo largo de este 2021. La agenda cesfac 2030 pretende, va a conseguir poner en valor la excelencia de la producción española en lo que se refiere al suministro de materias primas para alimentación animal sostenibles y de orígenes no deforestados. Si partiendo de esta realidad que objetivamente nos coloca en las mejores posiciones del mundo y con una hoja de ruta también pionera en la unión europea, no somos capaces como sector organizado de transmitirla a la cadena, a las autoridades, a la sociedad y a todo el mundo es cuando dejaré de ilusionarme por esta industria y por el sector de la ganadería la que sirve

Y aunque yo perdiera la ilusión que no lo creo, es un gran sector y es ejemplar y es seguro y es de calidad … digan lo que digan fuentes desinformadas o irresponsables. Me ilusiona pensar que la alimentación animal y su agenda de sostenibilidad 2030 va a contribuir a que la sociedad lo sepa y lo valore.

 

Jorge de Saja
Director de cesfac

 

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