Sostenibilidad medioambiental, económica y social como valor diferencial del porcino español

 

El sector porcino español trabaja desde hace muchos años con el objetivo de reducir su impacto ambiental y avanzar hacia la neutralidad climática de una forma totalmente compatible con la sostenibilidad económica y social de la actividad.

Dentro de esta línea de trabajo, el sector está dedicando todos sus esfuerzos para reducir en el año 2030 las emisiones de metano en un 30% y las de amoniaco en un 38%; todo ello con un único objetivo final: llevar a los consumidores alimentos saludables, seguros y nutritivos y elaborados con la máxima atención al medio ambiente y el bienestar animal.

En el ámbito económico el sector porcino es sostenible porque ha apostado por un crecimiento paulatino basado en una reinversión continua y adaptándole a la realidad de los mercados, sin acudir a un sobreendeudamiento al albur de coyunturas comerciales que pudieran crear una burbuja. Hablamos de un sector cuyas exportaciones sectoriales superan los 8.000 millones de euros y cuyo saldo comercial sectorial supera los 7.500 millones de euros

Además, ese crecimiento se produce respetando las características de un sector de larga tradición, con una clara vocación de permanencia y un enorme afán de mejora, y ello no es posible sin tener un modelo sostenible en el tiempo y fuertemente vinculado a la sociedad de la que proviene. Así lo demuestran los niveles de empleo: más de 400.000 trabajadores entre empleo directo e indirecto, y una alta tasa de empleo femenino, ya que el 42% del empleo en el sector son mujeres.

Las granjas e industrias del porcino dinamizan la economía de muchos pequeños pueblos de nuestra España rural, donde, entre otras aportaciones, se ubican el 43% de las granjas y el 45% de las industrias de porcino, lo que le convierte en un bastión contra la despoblación. Así mismo, más de 1.180 industrias de porcino españolas se ubican en municipios de menos de 5.000 habitantes, donde generan más de 24.000 empleos directos

Sin embargo, la actividad porcina, como la de cualquier otra actividad, tiene un impacto en el medio ambiente, cuya huella deberíamos medir teniendo en cuenta estas cuestiones, el impacto en la economía y en la sociedad y, por ende, en el empleo, en la disponibilidad de alimentos inocuos y asequibles para la población, en la fijación de población o en el futuro de las zonas rurales.

Todos los profesionales del sector porcino de capa blanca español son muy conscientes de la necesidad de avanzar hacia sistemas alimentarios más sostenibles. De hecho, en los últimos 15 años el sector ha conseguido reducir un 40% las emisiones GEI o un 30% el consumo de agua por kilo de carne producido.

Con todo, existe un desconocimiento generalizado de esos avances y de que, a pesar de lo que muchas veces se dice sobre las emisiones de la agricultura o la ganadería, el sector porcino solo genera un 2% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI). Y también se desconoce que mantenemos un papel muy activo en la lucha contra el cambio climático, trabajando en su día a día en la reducción del agua, de la energía y de los GEI.

Todo ello es posible gracias un modelo propio cuyo factor clave se ha convertido en una seña de identidad y a su vez el valor diferencial del sector, que es la sostenibilidad.  Pero entendiendo la sostenibilidad en su amplio término, que incluye todos los aspectos sociales, económicos y medioambientales antes mencionados.

El sector porcino de capa blanca español ha demostrado ser un bien público esencial, una actividad sostenible e integrada en el territorio, con una enorme importancia socioeconómica, de la que depende el desarrollo de miles de pueblos de nuestra España rural y como tal debe ser protegido.

Alberto Herranz

Ingeniero Agrónomo
Director de INTERPORC

 

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