Sector porcino, papel estratégico en la estructura socioeconómica de España

 

Imagen de David Mark

El sector porcino de capa blanca es uno de los principales soportes de todo el sistema agroalimentario español, así como uno de los de mayor relevancia en el conjunto global de la economía española.

No solo se trata de un sector dotado de una gran envergadura y de un alto potencial de crecimiento, sino también de un sector estratégico dentro de la estructura socioeconómica de España.

Algunas cifras indicativas de la envergadura e importancia socioeconómica del sector las encontramos en: el número de granjas repartidas por todo el territorio, 86.547; el censo, que supera los 29 millones de cabezas; la producción de carne del sector con más de 5 millones de toneladas y en consonancia la producción final de porcino, que alcanza los 8.650 millones de euros, lo que representa el 42,67 por 100 de la producción final ganadera y el 16,32% de la producción final agraria.

Además de contar con una potente y amplia estructura productiva el sector porcino español también cuenta con una potente estructura industrial, muy profesionalizada, competitiva y dotada de un alto grado de tecnificación y desarrollo tecnológico. En 2020 estaba integrada por unas 2.630 industrias, ubicadas principalmente en Cataluña, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía, Comunidad Valenciana, Galicia, Aragón y Región de Murcia, y más del 40 por 100 de estas industrias las encontramos en municipios de menos de 5.000 habitantes donde facturan en torno a los 18.500 millones de euros (alrededor del 68 por 100 de toda la facturación de la industria cárnica española).

Toda esta envergadura estructural, tanto primaria como industrial, lleva al sector a generar un alto volumen de empleo. Así, el número de ocupados directos en el conjunto global del sector asciende a 142.600 trabajadores (76.750 en actividades de producción ganadera y 65.850 en la industria cárnica de porcino).

A este empleo directo hay que sumar el indirecto de 172.755 trabajadores y un empleo inducido de 99.545 trabajadores. En su conjunto, el empleo total generado directa o indirectamente por el sector porcino se situaría en 410.900 trabajadores.

Por otra parte, la facturación total del sector industrial se acerca a los 20.000 millones de euros, aporta cerca de 1.500 millones de euros al Estado en forma de impuestos y otros 750 millones de euros en forma de contribuciones a la seguridad social e invierte por encima de los 1.200 millones de euros al año.

Todas estas cifras ponen de manifiesto no solo la envergadura e importancia estratégica de la actividad sectorial, sino también su preparación y capacidad para asumir importantes retos de nuevos procesos de desarrollo sostenible y muy especialmente de desarrollo sostenible de nuestro medio rural.

Las granjas de producción de ganado porcino están implantadas a lo largo de toda la geografía nacional, en todas las comunidades autónomas y especialmente en regiones con graves problemas de despoblamiento, como Aragón, Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha o Galicia, por lo que no cabe duda de que en esas regiones existen significativas oportunidades de utilizar la implantación integral del sector porcino como palanca de impulso de la sostenibilidad de sus respectivos medios rurales.

Existen contrastadas evidencias de que la capacidad de impulsar la sostenibilidad del medio rural, de retener población y de generación de empleo y riqueza, es mucho mayor si junto a la estructura específica de producción agrícola o ganadera se ubican o integran estructuras y actividades de transformación industrial, comercialización y exportación; es decir, la simple potenciación de producciones agrarias no suele ser suficiente para que exista un verdadero impacto claramente positivo en el desarrollo del medio rural; y sin embargo, la implantación de modelos de actividad sectorial integrales, como el porcino de capa blanca, sí garantizaría ese impacto claramente positivo e imprescindible.

El sector porcino de capa blanca es por tanto una importante opción estratégica a considerar y valorar conjuntamente por todos los responsables de la reactivación del medio rural, integrando estratégicamente tanto los objetivos y planes de acción para el desarrollo del medio rural, como los proyectos de defensa medioambiental.

Alberto Herranz
Ingeniero Agrónomo
Director de INTERPORC

 

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *