Economía en la producción de vacuno de carne
En los últimos meses la subida de los precios de los cereales, consecuencia de un cúmulo de causas: cosechas mermadas en los EE.UU., Brasil, Rusia, Canadá, desequilibrio mundial entre producción y consumo y como consecuencia reducción de las existencias, la gran demanda de China superada la crisis de la Peste Porcina, especulación de los inversores, etc. ha derivado en una significativa subida de los piensos suplementarios de la vaca nodriza y de los utilizados en el cebo de terneros y, por ende, en un aumento del coste de producción especialmente del ternero cebado hasta el punto que supera al precio de venta, aspecto que no puede ni debe ocurrir según ha señalado reiteradamente nuestro ministro de Agricultura
Ante la situación actual, la primera reflexión del ganadero es cómo reducir el coste de producción mediante la implementación de un conjunto de recomendaciones técnicas a corto plazo por si tal situación volviera a repetirse (las crisis en los sectores ganaderos son frecuentes; un momento similar en el vacuno de carne aconteció en el año 2011).
Así en las en las explotaciones de vacas nodrizas: sería recomendable:
– Adoptar parideras concentradas en noviembre –febrero en el ecosistema de la Dehesa y en septiembre- noviembre (partos de otoño) o enero-marzo (partos de invierno) en la España húmeda con variantes locales concretas según zona y disponibilidad de recursos pastables. Las parideras concentradas ahorran alimentación, mano de obra y tiempo de vigilancia de las vacas.
– Condición corporal de las vacas al parto de 3 puntos sobre una escala de 1 a 5, como buen índice de fertilidad.
– Utilizar la paja, alimento barato, como principal suplemento energético en otoño-invierno en la España seca. Un kilo de paja de cereales contiene aproximadamente 0,38 unidades forrajeras leche (UFL) y escasa proteína digestible que puede satisfacerse con la ingestión de hierba. Así, por ejemplo, una vaca de 550 kg de peso produciendo 5 kg de leche para amamantar al ternero estaría correctamente alimentada si ingiere diariamente 7-8 kg de paja y obtiene del pastoreo entre 20 y 25 kg de hierba fresca, lo que supondría que el pasto tuviera una altura próxima a 4 cm. Una UFL de paja cuesta entre 0,15 y 0,17 € frente a 0,29-0,30 € la UFL de concentrado.
– En la España húmeda, durante la invernada, utilizar silo de hierba o de maíz minimizando al máximo el aporte de concentrados.
En el cebo de terneros:
Adquirir animales con elevada capacidad de crecimiento, buena transformación del pienso y calidad de la canal (Limusín, Charolés, terneros cruzados con fracciones elevadas de las razas precitadas).
Reducir el coste de alimentación utilizando sólo cebada en fases avanzadas del cebo, por ejemplo, entre 450 y 550 kg en los machos y entre 370 y 450 kg en las hembras (recordar el barley beef inglés de excelente calidad). Con la cebada, el crecimiento de los animales se reduce y aumenta la duración de cebo, pero el coste por kilo canal disminuye al ser el coste de alimentación convencional superior que el que supone la amortización del alojamiento y mano de obra adicionales.
Así como la crisis actual puede ser soportable en la producción de terneros pasteros, en el cebo de terneros se vive una situación dramática conducente al cierre de numerosas explotaciones incluyendo incluso las tradicionalmente competitivas. Escapa de toda razón técnica, económica y social que el ganadero perciba por el kilo canal del añojo entre 3,7 y 3,9 € frente a un coste de producción de 4,2-4,4 €, situación que paralelamente se transmite a la vaca nodriza disminuyendo el precio del ternero pastero.
Las crisis en ganadería serían menos crisis si fueran soportadas por todos (ganaderos, industria, empresas de distribución y consumidores), en un grado adecuado para cada eslabón de la cadena de valor que debería consensuarse en las mesas de precios aportando datos económicos rigurosos y fiables. Los sufridores son siempre los ganaderos, el colectivo más débil y desprotegido por las Administraciones Públicas las que generalmente sólo exhiben un tibio protagonismo cuando emergen problemas en el escenario pecuario. Así las cosas, la solución es siempre la misma, la de nuestros padres y abuelos: ahorrar en la época de las vacas gordas y reducir costes en la de las flacas. Injusticia y pena.
Argimiro Daza Andrada
Dr. Ingeniero Agrónomo
Catedrático jubilado área Producciones Animales E.T.S.I.A.A.B.
Catedrático Emérito de la Universidad Politécnica de Madrid
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