La maquinaria agrícola y las energías alternativas (IV). Los combustibles gaseosos
La utilización de gases licuados o comprimidos en la maquinaria destinada al sector agrario no es algo nuevo.
Desde hace años se utiliza en algunas regiones que disponen de un nivel tecnológico que permite utilizarlos con seguridad, y cuando se dispone de una red de distribución que llega al campo.
Los carburantes que no pueden ser utilizados en mezclas, como el gas natural comprimido (GNC), el gas de petróleo licuado (GPL) y el hidrógeno, necesitarían grandes inversiones para su distribución, lo que constituye un freno económico para su difusión en el campo.
Alimentación dual gasóleo-biogás Motor AGCO Sisu; tractores Valtra N101 Depósito de 170 L / 200 bar <> 30 L gasóleo |
El GNC, gas natural comprimido, es apoyado por numerosos gobiernos, ya que permite reducir la dependencia en las importaciones de petróleo. El GPL, gas del petróleo licuado, por su forma líquida, se considera un combustible más seguro, y se reconoce como alternativa al gasóleo y a la gasolina para el aprovisionamiento de flotas de vehículos. En un futuro a medio plazo parece probable su incremento, ya que se pueden desarrollar, a un coste razonable, la instalación de nuevos puntos de almacenamiento.
Algunas empresas proponen ofrecer a los agricultores y a los ganaderos la posibilidad de producir su propio combustible gaseoso, biogás, e incluso integrarlo en la red de gas natural.
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En ocasiones se han utilizado grandes silos, principalmente de maíz, para producir biogás, que posteriormente se incorpora a la red de distribución del gas. En Alemania se establecieron en 2010 más de 7000 instalaciones de este tipo, con una capacidad de producción de 2730 MW, lo que equivale a la producción de dos centrales nucleares. No obstante, en la actualidad, los costes de producción no permiten a este gas competitivo. Por esta razón, las mencionadas instalaciones se abandonan cuando se reducen las subvenciones.
El alto coste de la experimentación con las diferentes alternativas presentes obliga a los fabricantes a trabajar con soluciones modulares en las que se puedan utilizar diferentes combustibles, como el gasóleo, el metano y el biometano o el hidrógeno.
Los motores diésel podrían ser sustituidos por motores de ciclo Otto con metano como combustible, cambio que ahora está limitado por un retraso en la red de distribución, que afecta mucho más al medio rural.
Se ofrecen otras alternativas para la propulsión, como la híbrida con motor de combustión interna, una pila de combustible con su generador, una batería y uno o varios motores eléctricos, cuyos componentes pueden combinarse de diferentes maneras.
La gestión del hidrógeno no es sencilla, pero es el único combustible que asegura una «economía circular», si su producción se realiza utilizando fuentes renovables.
El hidrógeno es inestable, y, a pesar de su abundancia en la naturaleza, no se encuentra en estado puro. Su producción por electrolisis demanda más energía de la que se deriva de su utilización como combustible.
Luis Márquez Delgado
Dr. Ingeniero Agrónomo
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