Estimación del MAPA del coste de producción de la leche

Finalmente, el pasado día 9 de julio, con meses de retraso, nuestro Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dio  luz el titulado “estudio de la cadena de valor de la leche líquida”. Este estudio viene aprobado por el Observatorio de la Cadena Alimentaria y se basa en los datos disponibles correspondientes al periodo que va desde el año 2018 al año 2020.

En él se detalla cómo se va formando el precio de la leche a lo largo de la cadena productiva (en realidad de su cadena alimentaria, que está conformada, en el caso que aquí nos ocupa y en España, por los correspondientes eslabones que funcionan, como es bien sabido, como una serie de Reinos de Taifas).

El resultado, en lo que se refiere a la relación entre el coste del producción en el “eslabón ganadero” y el precio percibido por éste, no ha sorprendido a nadie, porque ésta era una cuestión archisabida por todos los que saben algo de estas cuestiones y conocen el sector.

En efecto, se ha confirmado que el precio medio pagado al ganadero por la leche cruda generada en su ganadería, a lo largo del período considerado, se situó por debajo del coste de producción real.  Así, el precio medio percibido por lo ganaderos fue, de media, 0,32 euros/litro mientras el coste medio de producción estaría en los 0,35 euros/litro.

En el estudio también se tienen en cuenta otros ingresos que tienen las ganaderías (venta de terneros, etc.), que están vinculados naturalmente a la actividad empresarial. Ello permitiría igualar los costes y las percepciones monetarias globales.

Con ello nos encontramos, en este escenario, en una más que lamentable situación de “beneficio empresarial prácticamente cero” dado que la horquilla de margen final en la que se mueven estas ganaderías es absolutamente ridícula (un resultado, sin duda muy lamentable, para una actividad empresarial realmente exigente, que requiere una elevada inversión y trabajar duramente muchas horas al día los 365 días del año).

La consecuencia de esta realidad, fundamentada en los datos publicados por el MAPA, que no se olvide son estimaciones medias, ha sido el cierre, por falta de rentabilidad adecuada lógicamente, de casi 2.300 ganaderías productoras de leche en el periodo estudiado y la existencia de un gravísimo problema a nivel del “relevo generacional”.

A la luz de estos datos sería muy de desear que la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) pusiera en marcha una inspección de oficio que abarcara a todos los contratos que hay firmados (y los que se puedan firmar en el futuro), entre las industrias  y los ganaderos, para comprobar si realmente se cumple lo pactado (que en muchos casos cabe la posibilidad de que no se cumpla) y los precios de compra de la leche cruda (con la calidad adecuada, filtrada y refrigerada) están efectivamente por encima de los costes de producción.

En el estudio también se aborda la situación del eslabón de la industria. Aquí se pone evidencia la precariedad de sus márgenes consecuencia directa de la presión que ejerce sobre ella el último eslabón de la cadena, empeñado en una profunda Guerra Comercial con sus competidores y que desemboca en unos P.V.P. (Precios de Venta al Público) medios, incluyendo las ofertas, que son, en general, manifiestamente insuficientes.

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