El vacuno de carne, zozobrando económicamente
No dudo en afirmar que, al considerar globalmente al sector español del vacuno de carne, desde una perspectiva puramente estructural, nos encontramos con un sector que, en este sentido y al margen de las conocidas diferencias internas y los desajustes coyunturales entre oferta y demanda, “tiene los deberes hechos”.
La existencia de PROVACUNO (la Organización Interprofesional Agroalimentaria de la Carne de Vacuno); de ASOPROVAC (la Asociación Española de Productores de Vacuno de Carne) y/o de UGAVAN ((la Unión de Ganaderos de Vacas Nodrizas), apoyan mi afirmación.
Partiendo de esta realidad y de ahí la razón de estos párrafos, nuestro subsector del vacuno de carne puede constituir un ejemplo claro de cómo un entorno, manifiestamente VUCA (como no suele ser inhabitual actualmente en nuestro sector pecuario), condiciona final y definitivamente, su rentabilidad.
Si nos adentramos un poco en el sector nos encontramos con que, en valores corrientes y a precios básicos, el mismo generó oficialmente, en el año 2020, un valor de producción de casi 3.100 millones de euros. Ello supuso el 16 por 100 de la Producción Final Ganadera (PFG) y el 6,4 por 100 de la Producción Final Agraria (PFA). Por lo tanto, en este marco, constituye el 4º sector ganadero español detrás del porcino (con casi el 43 por 100 del PFG), la avicultura (con un18 por 100 del PFG) y el Vacuno de Leche (con un poco más del 16 por 100 del PFG).
Su producción el año pasado superó las 677.000 toneladas (casi el 10 por 100 de la producción de la Unión Europea) y el consumo aparente global per cápita fue del orden de los 12,5 Kg. A pesar de este bajo consumo (y aun considerando la Utilización Interior Total, U.I.T.) el nivel de autoabastecimiento se sitúo alrededor del 117 por 100.
Ello trajo como consecuencia la necesidad de recurrir a los mercados exteriores y así exportamos más de 121.000 t de animales vivos (e importamos algo más de 82.000 t) y también exportamos unas 200.000 toneladas de carne e importamos unas 104.000 t. Estas cifras determinaron que la balanza comercial diera el año pasado un saldo positivo de unos 262 millones de euros.
Pero, y aquí es dónde surge la importancia capital del actual entorno, al igual como ha sucedido en otros sectores pecuarios españoles (por ejemplo, en el del Porcino Ibérico), y lo explicaba con cierto detalle este pasado fin de semana en un seminario que impartí. En efecto, la pandemia generada por la COVI – 19 y la subsiguiente crisis, ha afectado de forma muy importante a nuestro sector vacuno de carne, que, bien es cierto, ya venía “tocado” en razón de unos terceros márgenes brutos muy ajustados, sino negativos.
La situación, con una visión a corto plazo, no pinta, ahora mismo, demasiado bien. Por una parte, la demanda por parte de la hostelería, que aquí es absolutamente fundamental, se está recuperando, pero con una relativa lentitud (tanto cuantitativa como cualitativa) y, además, una gran cantidad del producto que suministra en la actualidad, es producto que fue congelado en su momento por el propio canal Horeca. Por otra, el consumo en los hogares está volviendo a los niveles de pre – pandemia o, incluso, por razones de capacidad adquisitiva real, tienden a ser menores.
Todo ello da lugar, en general, a cifras negativas en el tercer margen bruto. En efecto y aunque la situación ha mejorado con respecto al año pasado, los precios de referencia de los mercados siguen siendo, en la gran mayoría de los casos, claramente inferiores a los costes de producción (estimados en base a una contabilidad analítica real).
Así, por ejemplo y de acuerdo con nuestras estimaciones, a nivel de cebo de los machos, el precio del mercado no llega a cubrir el 90 por 100 de los costes totales; bien es verdad que, a nivel de los costes, el importante aumento que están registrando los costes de la alimentación (situación que perdurará) está siendo también un factor clave en el resultado final del mencionado tercer margen bruto.
Concluyendo, como lo exponía en el mencionado seminario y lo he reflejado en el título de estas líneas, nuestro sector del vacuno de carne está zozobrando económicamente y no creo, con los datos de que hoy dispongo y a pesar de un potencial despegue potencial del turismo, que la situación mejore sustancialmente en las próximas semanas.
Una vez más y ya son muchas, la carencia de unas verdaderas cadenas de valor, en nuestro ámbito pecuario, pone de rodillas al eslabón más débil de la cadena: el eslabón productor; en este caso, el del vacuno de carne.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
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