Nuestro sector lácteo y la «desconcatenación»

Sé muy bien que el término “desconcatenación” no es un término de uso habitual en nuestras conversaciones y comunicaciones. No obstante, me he permitido la licencia de utilizarlo aquí porque, desde mi punto de vista, entiendo que define muy bien lo que en la actualidad está sucediendo en nuestro sector del vacuno de leche.

Me refiero concretamente, por una parte, a los contratos a firmar, en el sector lácteo, entre los ganaderos del mismo y las industrias lácteas (hoy, más del 50 por 100 ya están firmados) y, por otra,  en el momento de escribir estas líneas, al retraso existente de más de 9 meses, por parte del MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), en la publicación definitiva del denominado “Estudio de la Cadena de Valor de la Leche”.

Este estudio es absolutamente fundamental porque debe establecer oficialmente cual es el coste real  de producción de la leche en España. Este coste es muy importante para los ganaderos, dado que debería servir de referencia a la hora de negociar los mencionados contratos con la industria.

Y lo expuesto es especialmente importante al considerar el último informe publicado por el MAPA (mayo 2021) y referido al sector que aquí nos ocupa. En él se pone de manifiesto que la media de ingreso global que obtiene el ganadero, referido a la leche producida por sus vacas,  es de 0,357 euros/litro de leche mientras que el coste global de la misma (antes de las últimas subidas en los costes de alimentación) es de 0,371 euros/litro de leche; considerando esta subidas el coste medio se sitúa en los 0,409 euros/litro.

Estos datos indican directamente  tres (3) cosas. En primer lugar, que los ganaderos ya perdían dinero antes de la subida de los costes de alimentación; en segundo lugar que, considerando las mencionadas subidas, la pérdida media se sitúa  en los 0,052 euros/litro de leche y, en tercer lugar, que se está vulnerando, desde hace muchos meses, la tan manida y publicitada “ley de la Cadena Alimentaria”. Entonces, si lo expuesto hasta aquí es cierto, nos obliga a preguntarnos si esta Ley sirve para algo, al menos en el caso que aquí nos ocupa.

Paralelamente, el Ministerio de Trabajo y Economía Social ha decidido incrementar sus inspecciones en las granjas. En el caso de las de vacuno lechero se encontraran trabajando “gratuitamente” a personas de avanzada edad (los abuelos) y, fuera del horario escolar y, sobre todo, los fines de semana, a los chicos de la familia y, en ocasiones, a otros familiares que “van a echar una mano”. Es obvio, que si se contabilizará correctamente esta mano de obra y se le aplicará correctamente la normativa laboral, hoy monetariamente prácticamente gratuita, los costes reales serían aún más elevados.

Es verdad, que hay publicados un elevado número de leyes (caso, por ejemplo, de la Ley de la Cadena Alimentaria), de Reglamentos y de Reales Decretos (por ejemplo, el Real Decreto 5/2020) que están para regular al sector. El problema es que no se cumplen adecuadamente y ello da lugar a que cada año haya menos granjas de vacuno de leche y así, entre los años 2016 y 2020, cerraron, en este sector, unas 3.700 ganaderías (un 22 por 100).

Mientras tanto, la industria láctea, que se estima emplea actualmente a más de 30.000 personas y absorbe unos 7,5 millones de toneladas de leche al año, cerró el pasado 2020 con un balance positivo, pero, esto sí, exigiendo a la distribución que se implique en la Ley de la Cadena Alimentaria (supongo que esto sucede porque la industria láctea ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio).

En definitiva, si lo expuesto no es un ejemplo de descocatenación…ya me contarán y, desde luego, nada de esto sucedería si fuéramos capaces de estructurar, como tantas veces lo he manifestado, una verdadera cadena de valor.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid

 

 

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