La maquinaria agrícola y las energías alternativas (II). Los Combustibles: Producción y Distribución
Las fuentes de energía primaria de origen fósil son el carbón, el petróleo bruto y el gas natural; por otra parte, estarían las renovables, como la eólica, la solar, la hidráulica y la geotérmica, que, junto con la energía nuclear, sólo permiten obtener electricidad. Además, se puede contar con la biomasa, que al igual que sucede con las de origen fósil, permiten obtener cualquier tipo de producto energético, incluida la electricidad, en forma líquida y gaseosa, dependiendo del tipo de transformación realizada.
La distribución de estos combustibles obtenidos, líquidos o gaseosos, precisa una determinada infraestructura, por lo que si no se dispone de ella, o el producto no se integra en los sistemas de transporte existentes, difícilmente será utilizable. Además, debe ofrecer accesibilidad exenta de peligros, seguridad y fiabilidad.
Por otra parte, está el factor económico, ya que los sistemas de transporte y de energía son explotados por las empresas, por lo que para que sean viables deben generar beneficios. La intervención de los gobiernos para hacerlos rentables no da lugar a un desarrollo duradero, aunque se puedan permitir una visión a más largo plazo que la de las empresas. En consecuencia, no resulta lógico paralizar el sector industrial con reglamentaciones ineficaces que fomenten soluciones que a la larga no sean rentables para la sociedad.
Si se analizan exclusivamente las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el funcionamiento de los motores con los diferentes carburantes, no se actúa con rigor, ya que las mejoras obtenidas pueden no ser tales si se considera el impacto total, incluyendo la obtención del combustible, evaluable según lo que se denomina, tomando como referencia el petróleo, “del pozo a las ruedas” (WTW – Well-To-Wheels), que será la suma de la primera etapa, la correspondiente a la producción del carburante (del pozo al depósito o tanque – WTT), con la segunda, del depósito a las ruedas (TTW).
A pesar de las opiniones negativas con respecto a su futuro, los motores diésel seguirán dominando el mercado agrícola durante mucho tiempo, aunque en los próximos 5 a 10 años se producirán grandes cambios en cuanto a los sistemas de propulsión y para los combustibles utilizados, que estarán en función de los tipos de aplicaciones. El coste constituye el factor esencial para definir las tecnologías y los carburantes que se utilizarán en el futuro.
En las máquinas agrícolas el diésel de bajo impacto ambiental seguirá siendo la referencia hasta la llegada de la pila de combustible, gracias a la investigación aplicada para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Luis Márquez Delgado
Dr. Ingeniero Agrónomo
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