La contextualización de la ganadería en la Unión Europea

Tengo que reconocer que a pesar de mis más de 45 años de actividad como docente en el ámbito universitario (empecé en año 1975 en la entonces E.T.S.I. Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid) se me hace difícil impartir docencia on line a este nivel (para mí, el lenguaje corporal y la interacción con una clase discente cualificada, son fundamentales).

Pero esta dificultad se acrecienta significativamente, como comprobé una vez más en dos madrugadas del pasado fin de semana, cuando afronté el reto de impartir, on line claro, un seminario de seis horas, sobre “Las bases técnicas del modelo U.E. de Producción Pecuaria; sus repercusiones económicas” a una serie de directivos del “otro lado del charco”.

Tal vez, donde más dificultades tuve fue a la hora de contextualizar el modelo Unión Europea. Por contextualizar debemos entender aquí el situar a la producción pecuaria de la Unión Europea (U.E. – 27) en su contexto; es decir, en el entorno resultante como consecuencia de proceder al análisis técnico – socio – económico de las circunstancias y aspectos que la condicionan.

No hace falta decir que, al ser algunas de estas circunstancias o algunos de estos aspectos,  básicamente de “origen social (emocional)”, que no zootécnico (léase, por ejemplo, la futura legislación acerca del tratamiento de los pollitos macho, hermanos de las pollitas futuras ponedoras o la prohibición, que está llegando, de las jaulas en toda producción pecuaria de la U.E.), no resulta precisamente sencillo llegar a conseguir de estos directivos, con una gran formación técnica y un larga experiencia profesional, la aceptación, por el convencimiento, de las bondades globales de esta realidad contextual.

Es cierto, que al estar estos directivos inmersos, en general,  en unas sociedades cuyas demandas a la producción pecuaria son muy distintas a las que genera nuestra sociedad en la Unión Europea, donde los animalistas tienen un rol cada vez más importante, no les resulta nada fácil asumir la mencionada bondad global de los derroteros por dónde transita nuestra ganadería.

En LATAM, hablando siempre en términos generales, el objetivo fundamental de la ganadería es llegar a producir, a partir de unos sistemas y de unas técnicas básicamente zootécnicas, alimentos suficientes, seguros, con calidad y a unos costes que puedan ser económica, social y políticamente asumibles (lo que implica, necesariamente, la optimización de la respuesta productiva de la base animal).

Se trata en definitiva de dos realidades contextuales significativamente diferentes y, en gran medida, no compatibles (nosotros, en la U.E., también estuvimos, no hace tanto años, dónde ellos están ahora).

La pregunta del millón y que, desde luego, no sé contestar, es dónde estará, dentro de diez (10) años, cuantitativa y cualitativamente hablando, la ganadería “clásica” de la Unión Europea, ante unos entornos tan complejos (en ocasiones, de naturaleza VUCA (un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo) y, en ocasiones, de tipo BANI (un entorno poco consistente, ansioso, no lineal e incomprensible) y ante toda una serie de alternativas reales a la proteína animal “tradicional” (alimentos plant based, nuevos alimentos (por ejemplo, insectos), proteínas animales de origen laboratorial, etc. etc.).

Ante estas realidades creo sinceramente es muy difícil, pero que muy difícil, convencer a personas altamente cualificadas en el mundo de la “producción animal, en clave zootécnica” de que la deriva conceptual en que está inmersa la producción ganadera, en el I Mundo y, muy especialmente en la Unión Europea, es, desde una perspectiva global e integral, la correcta.

Y, en el caso que aquí nos ocupa, todavía resulta más difícil cuando, personalmente, tampoco estoy, por expresarlo de una manera “políticamente correcta”, muy convencido de ello.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid

 

 

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