Inteligencia emocional, unas consideraciones

Me parece que ya he comentado en alguna otra ocasión, en este marco de los Boletines de ÁGORA TOP GAN, que, a lo largo de este curso 2020 – 2021, por cierto ya prácticamente finiquitado, he impartido docencia en el ámbito de un Master que versaba sobre la importancia y la utilidad de un manejo adecuado de la inteligencia emocional en el quehacer cotidiano del Alto Directivo.

En una de  mis últimas clases en el citado Master he tratado el binomio de la inteligencia emocional y la producción animal (y la cría animal, para ser políticamente correcto ¡cuántas bobadas!) en el ámbito de la Unión Europea (U.E. – 27).

Entendamos aquí a la inteligencia emocional como una construcción teórica, como un concepto ideal (como un constructo) que se focaliza en la capacidad de las personas, para reconocer sus propias emociones y también las de los demás. La inteligencia emocional permite un aspecto clave: distinguir entre los distintos sentimientos y etiquetarlos de una forma correcta.

La persona que consigue manejar adecuadamente estas capacidades puede utilizar positivamente, en cada caso determinado, la información emocional emanada, para dirigir adecuadamente sus pensamientos y guiar su conducta, adaptándose emocionalmente a las circunstancias de manera óptima. Ello le facilita, en gran medida la consecución de los objetivos que se ha fijado. 

Y es, por ejemplo, en el tema del Bienestar Animal donde, desde mi punto de vista, la inteligencia emocional, correctamente utilizada, debería jugar un papel fundamental; deberíamos ser capaces, al abordar esta compleja temática, de reconocer los posicionamientos emocionales, de etiquetar correctamente nuestros sentimientos y objetivar esta cuestión, que es eminentemente técnica y zootécnica, evitando desenfoques que pueden acabar dañando a la propia base animal de las granjas.

Un ejemplo de lo que estoy exponiendo, de como “juega” la inteligencia emocional, lo puede constituir el resultado de  los esfuerzos de la Ministra alemana de Agricultura, la señora Julia Klöckner, en tres cuestiones, que constituían y constituyen, sus objetivos prioritarios.

El primero de estos objetivos era llegar, en su etapa de Presidenta del Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea, a un acuerdo, en la Comisión, acerca de un “etiquetado comunitario de bienestar animal”; el segundo objetivo era lograr un etiquetado nutricional y del origen de los alimentos común en el ámbito de la Unión Europea y el tercer objetivo se fundamentaba en conseguir, circunscrito inicialmente a Alemana, la mayoría de su Parlamento (el Bundestag) a su propuesta de ley referida al “etiquetado estatal voluntario de bienestar animal”. 

Hasta el momento no ha conseguido ninguno de los tres objetivos.

Ello significa, simplificando la temática que nos ocupa, que no ha logrado trasladar adecuadamente sus posicionamientos emocionales, respecto a las tres cuestiones citadas, de forma suficientemente convincente, ni a la Comisión, ni al Bundestag o lo que viene a ser lo mismo: no ha logrado guiar adecuadamente la conducta de la mayoría de las personas que debían votar positivamente sus propuestas.

Y este es precisamente el problema que surge, aunque nos cueste admitirlo, cuando se llevan cuestiones que deberían ser tratadas y debatidas en el marco puramente zootécnico; es decir, técnico, al terreno de las emociones y de los sentimientos; al terreno dónde el protagonismo lo adquiere la inteligencia emocional. Nos está sucediendo exactamente lo mismo, en estos momentos, con el caso de la protección del lobo y/o con la eliminación total de las jaulas en la producción pecuaria de la Unión Europea.

Claro que se podría llevar el tratamiento de estos temas del Bienestar Animal y de otros muchos, al terreno de las emociones y de los sentimientos. Pero ello exigiría un elevado nivel de desarrollo  de la inteligencia emocional, en todas las personas implicadas. Pero, en realidad, en muchos de nosotros, éste está muy lejos de tener el nivel exigido. 

Ello es lo que impide, en todos estos casos, objetivar los tratamientos y/o los debates y alcanzar objetivos sensatos y lógicos…y así nos va, claro.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid

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