Unas breves reflexiones sobre el sector de la avicultura de puesta en España

Dos hechos me han llevado hoy a escribir estas breves reflexiones sobre nuestra avicultura de puesta. Por una parte, la diferencia que existe entre los precios medios que reciben por sus producciones los avicultores de la Unión Europea (U.E. – 27) y los avicultores españoles (diferencia manifiestamente favorable a los europeos) y, por otra, la situación por la que atraviesa, en estos momentos, el subsector de la avicultura de puesta en España.

Lo cierto es, que el subsector avícola de puesta español tiene una importancia económica relativamente muy discreta; viene a suponer alrededor del 5 por 100 de la Producción Final Ganadera (PFG) y el 2 por 100 de la Producción Final Agraria (PFA).

Se estructura la conforman alrededor de unas 1.400 explotaciones registradas (REGA) sobre un total de unas 1.750 explotaciones. De ellas un 36 por 100 sigue utilizando las jaulas enriquecidas y el resto, un 64 por 100, se fundamenta en los sistemas de cría alternativos.

No obstante, alrededor del 78 por ciento del censo (actualmente de unos 48 millones de ponedoras) se sigue alojando en jaulas; un 1 por 100 está criado en sistemas ecológicos, un 8 por 100 son gallinas camperas y un 13 por 100 se ubica en suelo.  Interesante significar aquí dos cuestiones; la primera, que entre los años 2019 y 2020 se registró una disminución del número de explotaciones alternativas del 1,9 por 100, si bien su censo aumentó en un 0,8 por 100; la segunda, que el censo global se ha ido acercando, en estos últimos años, a los 50 millones ponedoras que era el censo habitual antes de la reconversión final de los alojamientos en el año 2012.

Por otra parte, es una realidad tangible que el sector se va concentrando poco a poco, (también aquí se va imponiendo el principio de la economía de escalas); así, actualmente, 7 grupos empresariales gestionan más del 60 por 100 de las granjas de puesta y más del 45 por 100 del censo global de gallinas ponedoras.

El sector produce actualmente alrededor de los 1.100 millones de docenas anuales por un valor del orden de los 1.000 millones de euros, siendo, estructuralmente, altamente excedentario (nivel de autoabastecimiento del orden del 122 por 100). Esta realidad confiere, especialmente a los avicultores independientes, una importante dependencia de los mercados exteriores y de la especulación comercial.

Los mencionados excedentes comportaron que, en el año 2020, se exportara un 5,6 por 100 más que en el año 2019, del orden de las 173.000 toneladas de huevos (de ellas, 130.500 t tuvieron como destino a la Unión Europea (U.E.) y casi 43.000 t a Países Terceros). Las exportaciones a la U.E. tuvieron como principales destinatarios a Francia, Alemania, Italia y Portugal; por otra parte,  se importaron unas 33.500 t (un 22 por 100 menos que en el año 2019), prácticamente todas procedentes de la U.E.

Por su parte, el consumo aparente se sitúa alrededor de los 15 Kg/cápita (con una variación positiva del 17 por 100 en el año 2020 respecto del año 2019). Se trata de una cifra históricamente notablemente estable, que, en estos últimos años, alcanzó su cénit en el año 1996 con un consumo aparente estimado de 16,4 Kg/cápita, correspondiendo su nadir al año 2013 (en plena fase post – reconversión de los alojamientos) con un consumo aparente de 13,6 Kg/cápita.

En estos últimos tiempos la situación económica del primer eslabón de la cadena ha empeorado notablemente a causa de un incremento medio en la alimentación del orden de un 21 por 100.  Ello ha supuesto, para la inmensa mayoría de las granjas, pasar de tener un tercer margen bruto positivo (aunque, en muchos casos, sólo discretamente positivo)  a generar un tercer margen bruto claramente negativo. Es decir que, con los precios que el mercado remunera en general y en estos tiempos, su producción a nuestros avicultores de puesta, éstos no cubren el conjunto de sus costes reales (en base a una contabilidad analítica).

Al tener en cuenta todas las realidades expuestas se explican perfectamente las grandes tensiones que reinan actualmente en nuestro sector de la avicultura de puesta y también el incremento de la importancia de los circuitos de comercialización paralelos, especialmente en las grandes ciudades (Madrid, puede constituir un buen ejemplo) lo que, a su vez, aumenta la especulación y la consideración del huevo para consumo como un commodity.

Todo ello es, una vez más, la consecuencia directa de la carencia de una verdadera cadena de valor; lamentablemente la cadena alimentaria existente no corrige habitualmente estas situaciones de desfase y, como casi siempre, es el primer eslabón de la cadena, en este caso el avicultor de puesta, el más penalizado.

Como se puede constatar se trata de una situación que, en el ámbito de nuestras producciones ganaderas, se repite regularmente en el tiempo (recuerden, por favor, a título de ejemplo, lo que publiqué en nuestro Boletín de ÁGORA TOP GAN, hace 15 días, acerca de nuestro sector del vacuno de leche).

Se trata de una situación compleja y reiterada, a la que, desde mi punto de vista, nuestras autoridades no le prestan la atención que merece.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid

 

 

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