La maquinaria agrícola y las energías alternativas (1)

El combustible utilizado en la actualidad, casi en exclusiva, para los tractores y las máquinas móviles en la Agricultura es el gasóleo con los motores diésel y lo seguirá siendo durante muchos años.

Las limitaciones ambientales que se establecen para su utilización obligan a pensar en otras alternativas para la Agricultura, aunque sea a muy largo plazo, por las diferencias entre los tractores y las máquinas agrícolas y los vehículos para carretera y ciudad, debidas a las particularidades del medio en el que trabajan y a los condicionantes de una actividad dispersa en el territorio.

La Historia de la Humanidad ha estado siempre vinculada a la Agricultura. Con la llegada de la energía mecánica, los fertilizantes minerales, las semillas seleccionadas y los productos fitosanitarios se alcanza la Agricultura 2.0, que permitió alimentar a 800 millones de habitantes.

Ahora se propone pasar a la Agricultura 3.0, en la que los sistemas de posicionamiento global darían paso a la llamada Agricultura de Precisión, en la que los sensores y la mejora del conocimiento agronómico permitirían alimentar a 7000 millones de habitantes, pero sobre todo producir más con menos recursos no renovables.

Pero no hay que olvidar que en la actualidad existen 500 millones de explotaciones agrarias de menos de 2 ha, el 90% de las cuales en el área Asia-Pacífico, de las que viven más de 2000 millones de personas.

Solo un 5% de la energía fósil se consume en la Agricultura, pero de esta energía depende la mecanización, que ha multiplicado considerablemente la superficie agrícola que se podía trabajar manualmente y con la ayuda de los animales de tiro. Tradicionalmente en las áreas geográficas con grandes superficies de cultivo y escasa población se ha potenciado la utilización de la energía mecánica para mejorar la productividad de la mano de obra, mientras que en las zonas de superficie reducida y elevada población se intensifica la energía en forma de fertilizantes y fitosanitarios para mejorar la productividad superficial.

El desarrollo de motores y la utilización de combustibles alternativos al gasóleo en los tractores y máquinas agrícolas, está condicionado por las bajas series de fabricación. El número de tractores vendidos en el Mundo por año es ligeramente superior a los 2 millones de unidades, lo que significa el 1% del mercado de los automóviles.

Por otra parte, la dispersión de las explotaciones agrarias dificulta y encarece la distribución de combustibles gaseosos, y muchos agricultores no están preparados para manejarlos con seguridad.

Para el agricultor los costes de los combustibles inciden de forma significativa en la rentabilidad de su explotación. Los costes derivados del consumo de combustible en los tractores agrícolas en España se aproximan al 50% de los costes totales. Además, hay que contar con el consumo en los equipos autopropulsados y en las instalaciones de riego, con lo que se superan los 1500 millones de litros de gasóleo por año, por lo que las variaciones del precio del petróleo afectan considerablemente a la rentabilidad de las explotaciones agropecuarias.

Los tiempos cambian, las técnicas mejoran (especialmente en las baterías), y puede que en el futuro lejano se puedan adquirir tractores eléctricos, pero conviene no olvidar que el tractor agrícola trabaja a carga constante (no en la ganadería) y que se trata de una unidad energética y funcionalmente incompleta, ya que está condicionado por las máquinas que acciona.

Luís Márquez Delgado
Dr. Ingeniero Agrónomo

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *