El nudo gordiano de nuestra deuda pública
Me permito hoy excursionar fuera del ámbito de la Producción Animal propiamente dicho e incursionar, aunque sea excepcionalmente, en la macroeconomía. La primera razón por hacerlo es porque la influencia de ésta en aquélla es incuestionable; la segunda, porque me tiene muy preocupado la indiferencia que mostramos, casi todos, ante la muy complicada situación económica en que se encuentra España.
Y en este marco me permito empezar escribiendo acerca de la denominada Deuda Total Española, que se desglosa en la suma de la Deuda Privada total (de las sociedades no financieras y de las familias) y de la Deuda Pública total (suma de la deuda del Estado Central, de las 17 comunidades autónomas y de las administraciones locales). Nuestra Deuda Total supera hoy los 3,5 billones de euros; es decir, supone algo así como el 318 por 100 de nuestro PIB (que, en el año 2020, fue de 1,12 billones). No hacen falta muchas luces, ni ser un economista, para entender que esta Deuda Total es técnicamente inasumible y que va a requerir, sí o sí, una “cirugía política en clave económica”.
Por otra parte, es verdad, dada la dimensión y gravedad de la Deuda Privada en nuestro País (superior a los 2 billones de euros), que podía haber dedicado a la misma mi nota de hoy, pero me he inclinado por analizar, en razón de sus efectos globales, aunque sea de una forma breve, la Deuda Pública Española, la cual, sea dicho de paso y según la Comisión Europea, seguirá creciendo hasta el año 2031 (se comenta, en los mentideros comunitarios, que la misma puede llegar a suponer entre el 120 y el 123 por 100 de nuestro PIB).
Y lo hago también por otras dos razones. La primera, porque, como exponía en este pasado fin de semana en una clase que impartí a futuros directivos, uno de mis profesores de macroeconomía afirmaba siempre que “la deuda pública suele ser la gran desconocida, generando una cuasi total indiferencia en la ciudadanía porque ésta comete el craso error de no sentirla como suya” (los ciudadanos no sentimos que sea una deuda que debamos amortizar con nuestro propio dinero). La segunda, por la repercusión, directa e indirecta, que la misma, más tarde o más temprano, tiene en todos y cada uno de nosotros (por una doble vía: la impositiva y la de los recortes).
Pues bien, nuestra Deuda Pública alcanzó, en el año 2020, los 1,31 billones de euros. Ello constituye un récord histórico y supone el 117 por 100 de nuestro PIB; dicho en otras palabras, supone una deuda de aproximadamente unos 71.000 euros por hogar.
Por ello, hemos de ser muy conscientes de que la situación va a requerir, una importante reorientación de las finanzas públicas (del Estado y de todas las administraciones); cuánto más se dilate ésta, más caro nos saldrá.
Tal vez sea oportuno recordar llegados a este punto lo que sucedió en el año 2012, cuando el Gobierno, presidido a la sazón por don Mariano Rajoy, no tuvo más remedio que incrementar muy significativamente los impuestos y recortar drásticamente el gasto en educación, en investigación y en sanidad (lo que seguimos sufriendo al día de hoy). Lo tuvo que hacer, sí o sí, para poder hacer frente a la crisis de la Deuda Publica que, en aquel entonces equivalía al 90 por 100 de nuestro PIB.
Es verdad que, en estos momentos, la pandemia diluye aparentemente el problema, pero parece totalmente evidente que la Eurozona no va a estar permanentemente detrás del Tesoro Español, adquiriendo sus bonos a través del Banco Central Europeo y/o disculpando, paralelamente, los incumplimientos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (que, si se logra normalizar aceptablemente la situación sanitaria, se volverá a aplicar a partir del año 2022).
Y lo más grave de todo este “nudo gordiano financiero” es que nuestros gobernantes siguen generando sin freno deuda pública. Lo hacen, creo yo, sin reflexionar y sin ocuparse lo más mínimo de algo tan importante como es su sostenibilidad futura (y que nadie olvide el caso de Grecia y sus rescates; aquellos ocho años bajo la tutela de los acreedores, que dejó a este Estado agotado y con el pueblo griego obligado a soportar grandes sacrificios).
Sin duda, serán los gobernantes de los próximos años y, sobre todo, los contribuyentes de estos próximos años, quienes tendrán que “apechugar” con tan pesada carga y con todas sus consecuencias. Finalmente, ello afectará negativamente, está afectando ya, a la capacidad adquisitiva neta de la ciudadanía, a su nivel de bienestar y, por supuesto, a su matriz de demanda y, en ella, a la del determinante de la demanda de productos pecuarios.
En mi opinión, la general indiferencia ante el nudo gordiano de nuestra Deuda Pública no presagia ningún futuro halagüeño para España, ni para sus ciudadanos.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio
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