El dúo poni-niño

 

Si bien es cierto que nunca es tarde para iniciarse en la equitación, la edad mínima para comenzar esta actividad es la de 4 años. Es cuando se ha adquirido el desarrollo óseo y muscular suficiente como para afrontar este maravilloso deporte. Y es ahí cuando surge la pregunta ¿poni o caballo?

Erróneamente se cree que es mejor comenzar a montar a caballo en lugar de en poni, evidentemente si se trata de un adulto debería ser así, pero si hablamos de niños de 4 años que apenas llegan a calzar los estribos, es diferente. Se cae en el error de pensar que los ponis son ariscos, nerviosos y, en definitiva, menos seguros para un niño.

Pero si montamos a un niño de esta edad en un caballo, la percepción que va a experimentar es equiparable a la que tendría un adulto si montase un elefante. La sensación de capacidad de control que el niño va a tener sobre el poni resulta idónea para su tamaño a diferencia de la que tendría en un caballo.

Los ponis son fantásticos compañeros para los niños y como todo ser vivo de pequeño tamaño, pueden tener tendencia a reaccionar de forma más arisca al sentirse vulnerables frente a la realidad que le rodea.

Pero a la hora de la verdad, los ponis son la opción idónea si se quiere empezar a montar desde pequeño. Existen 4 categorías de ponis según la altura de los mismos, los ponis A, B C Y D, este último alcanza 1,55m a la cruz, a partir de la cual se clasifica como caballo, es decir el poni constituirá nuestro compañero durante toda la niñez y gran parte de nuestra juventud, hasta que nuestro tamaño corporal o nuestra edad en caso de competir nos lo permita.

Los jinetes que aprenden a montar en poni suelen ser más hábiles que los que han montado desde el inicio en un caballo, probablemente no sólo por lo que los ponis enseñan, si no por el hecho de que al ser más manejable para él, el trabajo haya sido más productivo.

La equitación supone para los niños un fantástico deporte, dado que además de un ejercicio físico muy completo, requiere una responsabilidad importante, pues no estamos hablando de una raqueta de tenis que dejas tirada en una esquina; estamos hablando de un animal, que el niño debe asear, limpiar y cuidar aparte de montarlo, después de lo cual deberá recoger y colocar el material, dejar al poni en su box, etc.

Esta interacción creará un binomio inseparable e inolvidable para ambos. Además, el pequeño jinete estará rodeado de otros jinetes, por lo que no sólo hará un estupendo amigo. Todo esto en un ambiente que propicia el contacto con la naturaleza, fomenta el ejercicio al aire libre y, sobre todo, la comunicación y el respeto por los animales y los demás jinetes.

Muchos niños se pasan horas en la hípica aparte de su hora de clase, viendo y cepillando ponis y caballos, ayudando al profesor en las clases, sacando al poni del box a comer hierba… toda una tarde de felicidad y diversión aseguradas.

En definitiva, el poni no solo es el mejor amigo de nuestros jóvenes jinetes, si no unos grandes profesores y maestros, de la equitación y de la vida.

Ángeles Melgar Bautista

Ingeniero agrónomo
Técnico deportivo de equitación y amazona

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