A vueltas con la manida cuestión del lobo

La verdad es que no quería volver sobre esta compleja cuestión (que en España, paralelamente, implica a otras especies silvestres), porque sobre ella ya se han escrito ríos de tinta. Pero, a lo largo de estos últimos 6 días, han acontecido tres hechos que me han llevado a cambiar de opinión y a volver sobre mis pasos.

El primero de ellos (citando por orden cronológico de “aparición en escena”) han sido las duras críticas (por no decir ataques) que he sufrido, a nivel personal, a  causa de mi nota en el boletín de la semana pasada ¿será que no me he sabido explicar o que no me quieren entender?

El segundo ha sido la entrevista, realizada en RNE en Cantabria al señor Secretario de Estado de Medio Ambiente y, el tercero, el más importante, tiene su origen en el estudio del estupendo escrito de mi buen amigo, el Dr. en Veterinaria y profesor de patología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, el Dr. Luis Miguel Ferrer Mayayo, publicado hace un par de días en Oviespaña y cuya lectura recomiendo encarecidamente. 

Al igual que el Dr. Ferrer Mayayo, también yo discrepo frontalmente de mucha de la burocracia y de una parte significativa de la reciente legislación, que afectan al mundo rural. Ambas generadas, habitualmente, en “centros oficiales de corte manifiestamente urbanita”, por personas, que, con frecuencia, no están técnicamente adecuadamente preparadas, que tampoco proceden del medio rural, ni trabajan, ni viven inmersas en él y que, por ello, por desgracia, desconocen su compleja y específica realidad cotidiana. Pero, a pesar de ello o, tal vez, por ello, actúan en base al “atrevimiento de la ignorancia”.

Por otra parte, también para mí, resultan todavía más negativos aquellos personajes, presentes en los “mundos” de las redes sociales y de la política, a quienes se les llena continuamente la boca proclamando a los cuatro vientos su “amor a lo rural y la importancia del mismo”, pero que no soportan su cotidianidad (por ejemplo, no aceptando una caza o una pesca, técnicamente bien estructuradas o la necesidad de limitar y controlar  adecuadamente a la fauna silvestre, para hacer realmente posible una verdadera coexistencia emocional, social y económica de la ganadería extensiva con la misma).

Y en este marco me permito encuadrar, con todo mi respeto, al Secretario de Estado de Medioambiente, a raíz de la mencionada entrevista. En ella, aparte de afirmar con rotundidad que “la elaboración de la nueva Orden ministerial y su publicación en el Boletín Oficial del Estado, va a ser “cuestión de días””, no aporta más que vaguedades enlatadas o frases tan desafortunadas como la que rechaza el argumento que vincula la protección del lobo a la desaparición de la ganadería extensiva y, por ende, al despoblamiento rural y, además, entiende que la conexión entre presencia del lobo y despoblación “no responde a la actualidad” en España.

Desde luego sus frases hubieran quedado todavía “más desacertadas y menos ciertas”, si hubiera mencionado de forma global a todas aquellas especies silvestres que, a causa de su no control; es decir, de su nula o mala gestión, se han convertido o se están convirtiendo, en determinadas zonas, en invasivas. Es el caso, por ejemplo, del conejo de monte, del topillo, del corzo, de la  tórtola, del jabalí y, por supuesto, del lobo. 

Bien entendido que, por desgracia, el tema es más complejo de lo que puede parecer a simple vista, porque las competencias en materia cinegética están transferidas a las Comunidades Autónomas. Es en ellas donde, en ocasiones, se toman medidas en este ámbito desde una perspectiva emocional y/o ideológica, pero no técnica, por lo que no es infrecuente que las mismas sean erróneas. 

Y no quisiera terminar esta nota, sin recordar dos hechos. El primero, que el resultado de la votación, fue de 9 a 8 a “favor del lobo”, con los votos de las dos ciudades españolas, Ceuta y Melilla, que no tienen lobos ni los tendrán, y el segundo, la desautorización del Presidente del Gobierno de Aragón a su Director General, que votó a favor de la nueva ley, pero en contra de las directrices de su propio Gobierno y de los intereses de su Comunidad Autónoma (sic).

Y luego, esto sí, nos quejamos amargamente de la pérdida de imagen de España, a nivel internacional.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio

 

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