El Concepto de Valor y la Valoración del Ganado (I)

 

Cuando mi buen amigo y compañero, el profesor Buxadé, me sugirió participar en este Boletín digital “ÁGORA TOP GAN» con una reflexión sobre la valoración de ganado, acepté sin la menor duda, como no podía ser de otra manera. El problema se me presentó cuando pensé qué decir al respecto. Por ello, permitidme que lo haga en dos partes: una, sobre el concepto del valor (que corresponde a la primera parte de mi artículo) y otra sobre la valoración del ganado propiamente dicha y su importancia en nuestra profesión (que conformará la segunda parte del mismo).

Y es que el concepto de valor es un concepto un tanto confuso. No es fácil definirlo. Según la Real Academia de la Lengua Española, valor es el grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer necesidades o proporcionar bienestar o deleite. En esta definición, se aprecia cómo el concepto de valor tiene una componente subjetiva clara. La utilidad, el bienestar, la satisfacción o el provecho que proporcionan los bienes dependen de cada sujeto, de sus gustos y necesidades. Por tanto, para cada bien se podrían estimar tantos valores como individuos, en función de la utilidad que proporcione a cada uno de ellos.

Pero, fijémonos. En la vida todo tiene valor. Las cosas más importantes que hay en la vida tienen valor, efectivamente, pero no es un valor económico. La lista es larga e incluye tanto cosas abstractas como concretas. La amistad, nuestras ideas, proyectos, recuerdos, todo esto es probablemente lo que mueve nuestras vidas y, por tanto, lo que tiene más valor. Sin embargo, proporcionan una utilidad no intercambiable y no son objeto de valoración, dado que no tienen valor económico. Sólo tienen valor económico aquellos bienes que son susceptibles de compraventa y aquellos que tienen una utilidad social. La catedral de Burgos, las pirámides de Egipto o el Parque Nacional de Ordesa son ejemplos de bienes que no están en venta ni se pueden comprar, pero claramente tienen una utilidad para la sociedad y, por tanto, tienen un valor económico. 

Decía Galileo, “Mide las cosas que puedas medir, y las que no, hazlas medibles”. Ahora bien, ¿se puede medir el valor?  Y si es así, ¿cómo se puede medir? La verdad es que es un problema no exento de dificultad. Sin embargo, la actividad económica no podría desarrollarse si el valor no se midiera de una forma u otra. No hay un solo criterio para medir el valor, lo que implica que la medida del valor es algo convencional. Es la sociedad la encargada de desarrollar su propio sistema de medida. En una sociedad de libre mercado como la nuestra, las relaciones de intercambio se establecen en el mercado.

Los términos valor y precio no se usan habitualmente como sinónimos, si bien no siempre se les diferencia de igual forma. Por ejemplo, es habitual utilizar la palabra precio para referirse al valor unitario y el término valor para referirse al importe global. Así, diríamos que el precio de la cebada es de 0,16€/kg; el precio de la tierra es de 6.000€/ha; la finca F vale 24.000 €. La ternera tiene un precio de 3€/kg; esta ternera vale 250€. También se utiliza el vocablo precio como variable económica de la que depende la oferta y la demanda mientras que “valor de mercado” es un precio de equilibrio.  

De los diferentes tipos de valor que se definen en el siguiente comentario, el más importante es el de precio o valor de mercado, que sólo existe para los bienes que son objeto de compraventa. 

El concepto de valor económico es más amplio que el de precio, y puede verse que muchos bienes tienen valor económico, pero no tienen precio. El que un bien no tenga precio significa que no tiene mercado, pero no implica que no tenga valor económico. Probablemente, aquí tenga sentido la célebre frase de Antonio Machado “sólo un necio confunde valor con precio”

Arturo Serrano

Dr. Ing. Agrónomo

E.T.S.I.A.A.B. – U.P.M:

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