La primera carnicería vegana

Fabló el ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha: “no son molinos, amigo Sancho, que son gigantes…”

Como tantas veces lo he puesto manifiesto, en estos últimos años,  en la Unión Europea (U.E. – 27) hay una cuestión que se ha vuelto recurrente en estos últimos años; me refiero a la falta de lógica y de coherencia, en alguna de las realidades que en ella tienen lugar y que afectan directamente al mundo de la proteína animal.

Parece como si estas cuestiones, especialmente en el Norte de la U.E.( con  el beneplácito de Bruselas), se están multiplicando con la misma facilidad que los peces de mis acuarios (lo que, por cierto, me genera un realmente notable problema de sobrepoblación, porque las tiendas dedicadas a la venta de mascotas y sus productos, ya no me los aceptan en aras a un doble tema de bioseguridad y de bienestar animal y todos mis amigos y conocidos “aptos para ser embaucados” ya les tengo saturados de peceras y de peces).

Pero entro en una cuestión, desde mi punto de vista, incoherente y carente de toda lógica, pero importante cara al futuro para la producción animal, que deseo comentar en la presente nota.

Creo que, por una parte, estaremos todos de acuerdo que por CARNICERÍA se entiende (o se ha entendido hasta ahora, desde tiempos inmemoriales) aquella tienda, establecimiento o puesto, en el que se vende carne, por ejemplo, porcina, bovina, ovina, caprina, cunícola o caballar, si bien en ella no se suelen vender despojos.

Por otra parte, creo que también todos coincidiremos en que el veganismo es la actitud perfectamente respetable de ciertas personas que se caracteriza por rechazar cualquier alimento o artículo de consumo que tenga un origen animal. Por lo tanto, una PERSONA VEGANA es aquella que no come ningún producto de origen animal; consecuentemente  evita la carne, el pescado, los huevos, las leches y los productos lácteos, la manteca, la gelatina y también la miel; paralelamente, no hace uso de ningún producto derivado de los animales como pueden ser, por ejemplo, la lana, la seda o el cuero.

Siendo esto así (y lo es) no me queda duda alguna los conceptos de carnicería y de vegano son antagónicos (el término antagónico proviene del griego y significa que uno se opone al otro; dicho de otra manera, que son contrarios u opuestos).

Llegados a este punto, nos encontramos con que en Londres ha abierto la primera CARNICERÍA VEGANA, para que luego dudemos del pragmatismo de los ingleses (entendiendo aquí por pragmatismo la subordinación de los ideales a la eficacia y, sobre todo, a la utilidad).

La misma se encuentra ubicada en el barrio de Islington de Londres y se rotula como Rudy’s Vegan Butcher constituyendo la primera tienda exclusivamente de productos veganos artesanales; se anuncia como una fuente de oferta alternativa a los productos cárnicos tradicionales en base a poner a disposición del público productos respetuosas con los animales.

Y aquí viene lo más destacado de esta iniciativa; en el “día mundial del veganismo” decenas de personas esperaron durante horas frente al establecimiento para  poder ser  de las primeras en probar los productos el día de la inauguración y, en sólo un día, se agotaron todas las existencias de la tienda física y de las ventas online (no hace falta indicar que Amazon ya se ha apuntado también a este carro).

Según la página WEB de esta autodenominada “carnicería vegana”, se quiere caracterizar por ofrecer productos de alta calidad y de manufactura artesanal basados en plantas y en materias primas no de origen animal saludables, sin aceites refinados, con el objetivo de ofrecer los mejores y más sanos alimentos, como una alternativa altamente cualificada a los alimentos basados en la proteína de origen animal.

No estoy seguro de que seamos conscientes de hacia donde está derivando realmente el “consumidor tipo” de la Unión Europea, pero a  mí, como zootecnista y carnívoro técnicamente convencido, es un tema que me preocupa y mucho.

Pero, como dice aquel viejo adagio: “de aquellos polvos, vienen estos lodos” y me siento, ante todas estas incongruencias y realidades carentes de lógica, igual que don Quijote cuando, a lomos de Rocinante, bramaba; “non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete”, pero, no se olvide, no eran gigantes; eran molinos.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio

 

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