Situación actual de la porcicultura mexicana

La porcicultura de México está atravesando, sin duda alguna, un momento muy complejo, debido a distintas variables que dan lugar a una ecuación que genera como resultado un escenario muy retador para este subsector pecuario nacional.

Durante el primer trimestre de este año, las importaciones de carne de cerdo provenientes de los Estados Unidos de América aumentaron en un 10% con respecto al mismo periodo del año 2019, alcanzando las 195,351 TM, ocupando las mismas un lugar en el mercado ocupado originariamente por la carne porcina producida localmente.

Por otra parte, a mediados del mes de marzo, el peso mexicano se devaluó un 28% con respecto al dólar; los insumos que utilizamos en nuestra porcicultura aumentaron hasta un 30% por reflejo del tipo de cambio, afectándonos principalmente en el precio del maíz y de la harina de soja al ser ambas materias primas destinadas a la alimentación animal importadas en su mayoría de Norteamérica.

A todo esto hay que sumarle el hecho de que en los meses de febrero y marzo coincidieron tanto la celebración de la cuaresma como la contingencia generada por la COVID-19, dando como resultado una reducción de un 40% del consumo de ésta proteína entre la población. Ello se tradujo en un abuso por parte de los intermediarios que presionaron significativamente a la baja el precio de los animales a nivel de granja.

Gran parte de los cerdos que se producen en México se comercializan vivos a pie de granja y en algunas partes del país el precio que pagaron por ellos bajó a niveles de $18 pesos el kilo ($ 0.76 US dls), cuando el coste de producción real oscila entre los $25 y los $28 pesos por kilo ($1.05 y $1.18 US dls) dependiendo de la eficiencia, del nivel de tecnificación y de la aplicación de la economía de escalas. 

Es por este diferencial que se calcula, si las condiciones se mantuvieran constantes y no mejoran, al cierre del año se generaría en nuestro subsector, una pérdida de más de 15 mil millones de pesos (más de 650 millones de dólares) y esta cifra no contempla las perdidas indirectas (proveedores y clientes), así como la afectación en la mano de obra.

Lamentablemente la mencionada caída de precios en granja no se refleja a nivel del consumidor final ya que los comercializadores no transfieren esta diferencia, ofreciendo el kilogramo de carne al público a un precio que se sitúa alrededor de $80 pesos/kg ($3.38 US dls).

A pesar de estas condiciones tan adversas, los productores están haciendo un gran esfuerzo para que no se vean afectadas las personas que trabajan en las granjas, al ser ésta una actividad considerada como esencial. Así, la mano de obra directa sigue laborando normalmente en las explotaciones porcinas y continúan percibiendo el 100% de su sueldo y de sus beneficios adicionales, dado que, en razón de la naturaleza de su actividad, las empresas de producción porcina no pueden detener sus ciclos productivos.

También cabe mencionar aquí que la crisis que está atravesando el sector porcino norteamericano es muy grave y muy compleja, al tratarse de una región muy golpeada por la enfermedad COVID-19. El confinamiento de su población, la saturación de su producción y el cierre parcial o total de sus plantas de proceso, entre otros factores, están obligando a tomar decisiones muy radicales que al final del día, terminan repercutiendo a nivel global, pero de manera muy particular en México.

Todos los porcicultores, independientemente del tamaño de sus granjas, están haciendo ímprobos esfuerzos por llegar vivos a la orilla de la crisis. Todos esperan poder tener en un futuro próximo mejores condiciones a la hora de comercializar sus animales; pero, en estos momentos, incluso se ven obligados a aportar su patrimonio para poder inyectar liquidez a sus actividades empresariales, confiando en que la futura evolución económica de sus negocios porcinos les restituya las pérdidas que están sufriendo y les permita seguir desarrollando lo que mejor saben hacer, que es seguir produciendo cerdos.

Jorge Iván Espinosa Vázquez

Médico Veterinario Zootecnista

Diplomado en Agro negocios, TEC de Monterrey

Director General de la Unión Regional de Porcicultores de Jalisco (URPJ)

Coordinador del Consejo Técnico de la Organización de Porcicultores del País (CT-OPORPA)

 

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