Un futuro cada vez más cercano: la leche sintética
Desde el año 2014, dos científicos, los señores Pandya y Gandh, lideran un proyecto científico de enjundia cuyo objetivo inicial, que ya está muy cerca de ser realidad, es el de generar leche sintética, es decir, “leche sin vacas”.
En el año 2015 ambos científicos crearon su empresa a la que llamaron Perfect Day, que rápidamente obtuvo la financiación necesaria. A pesar de que inicialmente se esperaba que el producto final se lanzara al mercado a finales del año 2017, los mencionados científicos decidieron ampliar sus objetivos procediendo a facilitar a los fabricantes las proteínas de la leche con las que hubiera la posibilidad de generar más productos que la simple leche (barritas, yogures, leches de iniciación…).
Para la producción de la mencionada leche sintética sin vacas se utilizan levaduras genéticamente modificadas por vía de la biotecnología. Éstas son mezcladas con otros elementos (como, por ejemplo, proteínas, vitaminas y otros nutrientes). El resultado de este proceso es, en primera instancia, la obtención de las proteínas de la leche y finalmente la propia leche sintética.
Debe quedar claro que no es una bebida vegetal porque esta leche sintética tiene la base láctea gracias a las levaduras utilizadas y a las caseínas que forman parte del proceso de producción.
Aporte nutricional
Cabe suponer que esta leche sintética puede que inicialmente no dé el mismo aporte nutricional que la leche generada por las vacas, pero éste es un tema que aún está por dilucidar. Pero, por otra parte, se considera que existen inicial y comparativamente cuatro beneficios de esta leche sintética respecto a la leche tradicional que es la generada directamente por las vacas.
El primer beneficio es que este producto sintético, al igual como sucede, por ejemplo, con la carne sintética, es totalmente apto para las dietas dirigidas a los veganos o a los vegetarianos estrictos. En efecto, leche sintética (o los productos elaborados a partir de esta caseína obtenida de las levaduras modificadas) es perfectamente admisible en las rutinas alimenticias veganas o vegetarianas estrictas.
El segundo beneficio se fundamenta en que la producción de leche sintética no tiene ningún impacto negativo directo sobre el medio ambiente y, paralelamente, ayuda a reducir la huella de carbono que generan las vacas lecheras. Además, al no precisar de vacas a lo largo de todo el proceso de producción, se consigue un producto no solo sostenible sino también ajeno a cualquier cuestión relacionada con una inadecuada gestión de la base animal (no cabe minusvalorar aquí el hecho de que cada vez existe, especialmente en las sociedades del I mundo, una conciencia más crítica acerca del modelo de vida de los animales de renta en las granjas; este tipo de alternativas son siempre bien recibidas por un porcentaje mayoritario de las mencionadas sociedades).
El tercer beneficio es que estas leches sintéticas elaboradas industrialmente se pueden “diseñar según demanda” añadiendo y quitando elementos; así, por ejemplo, se puede eliminar la lactosa para evitar intolerancias o reforzar al productos con determinados nutrientes tales como ciertas vitaminas que pueden contribuir a generar un producto final con elevados valores nutricionales.
El cuarto beneficio puede estar en la durabilidad del producto. En principio, la leche sintética se espera tenga una fecha de caducidad, sin perder características, más lejana que la leche tradicional, además de que probablemente tendrá muchas menos posibilidades de estropearse durante su transporte o durante su almacenamiento.
Otra cuestión es la de cómo acogerá el consumidor a esta leche sintética y a los productos lácteos sintéticos; para poder comprobarlo y llegar a unas primeras conclusiones, aún habrá que esperar unos meses.
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