La gran trascendencia de la mano de obra directa en la producción pecuaria empresarial

La verdad es que la gestión del capital humano en la explotación pecuaria empresarial (y en los eslabones de la propia cadena alimentaria) tiene para mí una importancia, técnica y económica, muy grande. 

Por esta razón he dedicado, a lo largo de mi trayectoria profesional, muchas horas a esta cuestión (cursos, conferencias, charlas, publicaciones, etc.). No obstante, y siendo sincero, he de confesar que, en no pocas ocasiones, el éxito de mi desempeño en su aplicación práctica sólo ha sido regular o, por lo menos, no del todo satisfactorio.

Actualmente, con toda la realmente compleja y multifactorial problemática generada por el SARS – CoV- 2, este tema ha vuelto a surgir, por diversos motivos, con mucha fuerza. Recordemos aquí, solo a título de ejemplo, lo sucedido hace 10 días en los Estados Unidos: su Presidente, el señor Donald Trump, tuvo que emitir una Orden ejecutiva para mantener abiertas las instalaciones de procesado de la carne y de las aves de corral durante la emergencia nacional generada por la COVID-19.  Desde la aparición del Coronavirus en EE.UU., habían cerrado muchos mataderos frigoríficos en razón de la falta de mano de obra a causa del aumento del número de casos y también por el absentismo laboral de un número significativo de trabajadores por miedo a un posible contagio. 

Pero, aquí yo me voy a centrar en comentar la importancia de la mano de obra directa en la ganadería empresarial, que es donde, como he podido constatar, una vez más, en este caso en una charla virtual que acabo de sostener con tres ex – alumnos míos que están profesionalmente directamente relacionados con la producción pecuaria, ocupa de nuevo un primer nivel en las mentes directivas.

Ya hace muchos años (hablo del año 1992), el profesor English afirmaba que la “buena calidad” de mano de obra directa en la granja dependía de la personalidad, de las aptitudes y de las actitudes del individuo, de la afinidad con la base animal, del grado de preparación y de entrenamiento, del nivel de motivación y del aprecio de esta mano de obra directa hacia su quehacer cotidiano (lo que determinaba su nivel de satisfacción laboral).

También afirmaba este profesor, y coincido con él, que las principales e indispensables cualidades que deben adornar al capital humano que labora en las granjas son: un apropiado conocimiento temático, unas suficientes destrezas técnicas que deben verse acompañadas por la paciencia y por la tolerancia, un buen juicio y una habilidad especial para observar (ver y escuchar) y poner especial atención en los detalles.

Pero, para mí, lo más importante, lo realmente fundamental, es el nivel real de motivación de cada persona que conforma la mano de obra directa de la granja (y también, por supuesto, de la mano de obra indirecta)

Y llegados a este punto debemos de tener todos muy claro que NO SE PUEDE MOTiVAR a las personas porque la motivación constituye  el núcleo interno, dinámico y personal, del comportamiento individual o dicho de otra forma, es un estado interno que condiciona, dirige y mantiene la conducta de cada persona. La motivación es la respuesta interna individual a una ilusión y es la que la estimula y activa.

Pero, como puso de manifiesto Frederick Irving Herzberg, la motivación se puede ver influenciada por muchos factores entre los que cabe destacar siempre los higiénicos y los estimuladores. Los factores higiénicos se refieren a las condiciones que rodean a la mano de obra en la granja; los factores estimuladores dependen de las tareas, de las obligaciones y de los deberes relacionados con el trabajo a desempeñar.

Por esta razón, como tantas y tantas veces lo he expuesto, es fundamental en las explotaciones ganaderas (y en toda actividad laboral) MANTENER ILUSIONADO a todos y a cada uno de los componentes del personal laboral, porque esta ilusión es la que puede generarles, individualmente, un estado emocional positivo y placentero, que les lleve a motivarse positivamente.

Y esta ilusión se puede generar por vía material (por ejemplo, económica o financiera) pero también por vía inmaterial (seguridad, confort, trato muy correcto, reconocimiento real de la labor desarrollada, felicitaciones sinceras, etc. etc.). 

En definitiva, al personal (al capital humano, en este caso, activo en las granjas), con una adecuada gestión, se le puede y debe ilusionar de forma permanente, pero esto sí debe quedar bien claro de nuevo aquí, que NO SE LE PUEDE MOTIVAR; él es quien puede y debe motivarse a partir de la ilusión que le debería generar la mencionada adecuada gestión.

Espero que, en esta oportunidad, lo haya sabido explicar suficientemente bien y haya quedado aceptablemente claro.

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio

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