Las ponedoras en los pequeños corrales
Hace ahora un mes, fue el día 5 de marzo, celebramos en el Salón de Actos del Edificio Agrícolas dela Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) la I Jornada Técnica ÁGORA TOP GAN referida a la Avicultura Industrial de Puesta (que en realidad sería la V Jornada dedicada a esta producción si tuviéramos en cuenta las Jornadas realizadas en nuestra anterior singladura entre los años 2016 y 2019).
En ella se puso una vez más de manifiesto de manifiesto la altísima tecnificación de que goza este sector pecuario en su faceta industrial y la elevada complejidad de la gestión de estas granjas la gran mayoría de ellas con censos muy importantes (se estima que en España hay actualmente del orden de 1400 granjas “industriales” que albergan unos 44 millones de gallinas ponedoras).
Pero, en esta oportunidad, en razón del intercambio epistolar con don José Carlos Terraz, al que hacía referencia en mi nota del Boletín nº 24, que vio la luz el martes pasado, quería escribir acerca de lo que se dado en llamar “Gallinas en los corrales” o también “gallinas de corral”; gallinas que forman parte del sector avícola alternativo.
Relativamente la importancia cuantitativa de estas gallinas, en España, no es muy elevada pero si es significativa la cualitativa (no sucede los mismo en otras regiones del Mundo donde estas “gallinas de corral” tienen una gran importancia cuantitativa).
En mi opinión, podemos estar hablando en España, como mucho, de unos 2,5 a 3 millones de ponedoras, aunque se trata de una cifra muy variable en el tiempo, pero debe tenerse en cuenta que esta actividad pecuaria ha decaído significativamente en los últimos años en razón de que, en la mayoría de los casos, ha dejado de ser “un negocio” para, como dice don José Carlos Terraz, convertirse en un hobby.
Pero lo que me preocupa aquí, en este caso de las “gallinas de corral” es que no siempre la trazabilidad de las aves está garantizada. En efecto, pude suceder que, en un momento determinado, haya picos sobrantes en las recrías destinadas a las granjas industriales. Estos picos, en ocasiones, terminan en manos de intermediarios que los dirigen hacía los corrales a los que hemos estado haciendo mención (hay que significar que la legislación para estos casos no está demasiado clara y, desde luego, no es fácil de cumplir).
Cierto es que AVIALTER y la propia Asociación Europea de Aves Rurales (ERPA) ha trabajado mucho en este tema y se han presentado en su día al Ministerio y a la propia Comisión Europea, unas propuestas basadas en unas fichas de trazabilidad (con el concepto de “registro vivo” de movimientos) y, paralelamente, de identificación de corrales.
De esta forma se generaría un registro electrónico oficial vivo y actualizado dónde deberían quedar registrados todos los movimientos de las aves a lo largo de la cadena (incluyendo naturalmente las tiendas intermedias en su caso) y las ubicaciones de los corrales domésticos, que es su destino final.
Lamentablemente se trata de un tema que requiere de una base legislativa y la realidad es que ello siempre constituye un problema muy complejo de resolver en nuestro Unión Europea de los veintisiete (U.E. – 27). En definitiva: se ha avanzado muy poco.
Ahora con la aparición de la pandemia generada por el coronavirus COVID – 19, que nos tiene finalmente a todos confinados, al declararse en Estado de Alarma (Decreto 463/2020), la situación se ha complicado un poco más.
En efecto, si bien es cierto que se ha dejado seguir laborando a las tiendas que suministran productos y servicios a los agricultores y ganaderos (incluyendo alimentos para mascotas y animales domésticos), las mismas se han quedado prácticamente sin clientes con lo cual se ha generado un importante cuello de botella.
Ello significa un problema de índole económica para los criadores y también para los productores de “huevos de corral”, amén de suscitar a medio – plazo un problema de bienestar animal al no estar realmente funcional un importante canal de comercialización de las aves recriadas (que actualmente se amontonan en los criaderos).
Con lo cual y aquí quería llegar hoy la situación descrita es uno de los muchos “daños colaterales” que la pandemia está generando a nuestra ganadería; en este caso, concretamente, a la avicultura de puesta alternativa.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio
Los ganaderos vascos muestran su día a día durante el estado de alarma
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