El problema de la falta de esquiladores profesionales
En este momento y a la espera que el Ejecutivo pueda arbitrar medidas que solucionen esta situación el problema está creado, porque aunque es un trabajo bien remunerado, cada esquilador cobra más de 100 € diarios, es un trabajo duro y muy pocos jóvenes de nuestro medio rural manifiestan su deseo de diplomarse en este ancestral pero irreemplazable oficio.
Por esta razón, como ha expuesto COAG, anualmente muchos profesionales de la esquila, procedentes de Europa del Este o de Sudamérica, recorren todos los años Castilla y León (y también otras regiones de España), generalmente entre los meses de abril a octubre, esquilando a los aproximadamente 3 millones de ovejas que conforman la cabaña ovina de CyL, la más importante de España solo por detrás de Extremadura.
Sin embargo, este año, de no arbitrase alguna medida excepcional, estos esquiladores (como sucede con otros muchos temporeros) no podrán venir por el problema generado por el virus SARS-CoV-2.
En efecto, el cierre de las fronteras decretado para contener la expansión de la pandemia está impidiendo, como se acaba de comentar, que los mencionados profesionales de la esquila lleguen a España.
Por esta razón en las explotaciones ovinas, según han comunicado a COAG Castilla y León, varios ganaderos afiliados, comienzan a temerse lo peor. La región necesita anualmente unos 150 esquiladores profesionales (350 en el conjunto de España) y CyL apenas cuenta con 20, según estas fuentes del sector.
Como es sabido la cabaña ovina necesita imperiosamente ser adecuadamente esquilada una, y en ocasiones dos, veces al año para poder garantizar su sanidad.
La lana, como también es bien sabido, es una gran fuente de gérmenes que puede infectar toda la explotación. Además, la capacidad productiva de un animal merma considerablemente en condiciones de precaria sanidad (el animal no esquilado puede contraer enfermedades tales como la sarna y la roña). Paralelamente las medidas de bienestar animal son de imposible cumplimiento sin que el animal esté pelado y aseado.
En las granjas de ovino los problemas llueven sobre mojado, porque estas explotaciones ya están sufriendo los efectos secundarios del cierre del canal Horeca lo que provoca el hundimiento del consumo de lechazos y, como consecuencia de ello, éstos se hacinan en las naves ganaderas sin horizontes precisos para lograr aparezca la necesaria descongestión.
Y las consecuencias de todo ello no o soluciona, aunque puede mitigarlo, el hecho de que ganaderos y los agricultores de la Unión Europea (UE), afectados por la crisis del COVID-19, podrán beneficiarse de préstamos o garantías de hasta 200.000 euros en condiciones favorables, como tasas de interés “muy bajas” o calendarios de devolución favorables, informó hace unos días la Comisión Europea (CE).
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