Radio María

Les tengo que reconocer, valiéndome que la todopoderosa ministra ecológica Teresa Ribera no lee este tipo de artículos, que mi coche, viejo y diesel, es un portento de la mecánica moderna porque además de contar con un buen radiocasete que, en función de los baches, va saltando de la radio al casete de rancheras, cuenta con una poderosa antena que capta, sobretodo, a la emisora de Dios, ósea, Radio María que, ríanse ustedes, es la más potente del radial al contar, parece, con el apoyo del más allá y con el respaldo de esos oyentes que buscan el dial con una mano mientras con la otra manejan el rosario o se flagelan por sus pecados.

Convendrán conmigo sobre la importancia de contar con una buena antena para captar lo que fluye por el aire, por la atmósfera o por donde ustedes quieran apuntar porque en caso contrario, como bien sabemos los propietarios de coches antiguos, puedes pasarte todo el viaje intentando encontrar una emisora que, ¡qué menos!, se escuche en condiciones.

Pues bien, leo estos días que el Ministerio, antena mediante, ha escuchado las quejas de las protestas y movilizaciones de los agricultores y que consecuentemente está más que decidido a impulsar una serie de cambios en la regulación de precios, interceder ante las grandes cadenas de la distribución e introducir las modificaciones pertinentes en la Ley de Cadena Alimentaria. Ley de la Cadena, impulsada por el correoso Cañete, que si bien fue un buen inicio, no ha tenido ni el desarrollo necesario ni la aplicación ni resultados previsibles.

Pues bien, el plano ministro se ha despertado de la siesta con el ruido y escandalera generada por los baturros del campo y al parecer, se pone al frente de una administración que, ahora sí, quiere poner algunos remedios a las graves heridas por las que se desangra el sector.

Visto lo visto, me surgen algunas cuestiones que quiero compartir con ustedes. En primer lugar, me pregunto qué clase de pituitarias olfativas tienen nuestros responsables, actuales y pasados, políticos y/o qué tipo de antenas cuentan nuestras administraciones, desde la más cercana hasta la más lejana, que no han sido capaces de detectar los graves problemas que sufre el sector productor. ¿Será que el alcanfor de las alfombras palaciegas les anula el olfato para detectar el mal genio y el olor a ese gas metano que genera nuestro sector primario al fermentar las numerosas injusticias acumuladas a sus espaldas? ¿Será que ningún asesor, director, jefe de servicio, director de oficina comarcal, etc. ha sabido trasladar con éxito a sus superiores el malestar reinante y la asfixia económica en que viven esas gentes del campo que, diariamente, acuden a la ventanilla institucional correspondiente? ¿Será que la antena de las alarmas palaciegas no ha detectado el deterioro de la situación del sector productor y ha tenido que ser el humo de las protestas, cortes de carreteras y los gases lacrimógenos de los mamporreros apaleadores de agricultores los que las han hecho saltar?

No creo, para nada, que nuestros responsables políticos no fuesen conscientes de las dimensiones y profundidad del problema, que hayan sido capaces de asumir sin problema lo que está ocurriendo, lo cual, si me lo permiten, creo que todavía es peor en tanto en cuanto a la falta de olfato de nuestros dirigentes debiéramos sumar su pasividad, inactividad y desidia. Este humilde juntaletras, ¡Ya sé que lo más fácil es escribir!, lo viene diciendo desde hace tiempo en estas filípicas semanales que, según me consta, leen muchos productores pero que, lamentablemente, no alcanzan a atravesar el potente escudo de los anti-virus informáticos de las instituciones; como decía, los responsables políticos, unos más que otros, han perdido el olfato al vivir en un ambiente cargado del incienso de los pelotas y de las grandes empresas agroalimentarias, cegados por los grandes números globales y de la exportación siendo incapaces de ver los pequeños números de la economía doméstica de los miles de agricultores que pueblan el territorio peninsular.

En segundo lugar, la siguiente conclusión sería que los representantes de los agricultores deben ser conscientes que las alarmas palaciegas no se activan con la interlocución sectorial habitual y que, por lo tanto, es imprescindible acompañar la interlocución oficial con una actitud firme y decidida en la defensa de los intereses de sus asociados, los productores, dejando para los ágapes las felicitaciones y brindis por los gruesos números de economía agroalimentaria con mayúsculas.

El Ministerio y algunas comunidades autónomas han comenzado a reaccionar, la verdad sea dicha, muy tímidamente. La solución al agro es compleja y hay que abordar el problema desde diferentes perspectivas y modificando, valientemente, numerosa normativa. La cosa irá para largo. Cabe el peligro que alguno se canse con sólo ver la inmensidad del problema, cayendo en el desaliento incluso antes de empezar. Los habrá, como siempre, a quién le flaqueen las piernas. Habrá telefonazos y presiones para aflojar. E incluso, quien se dedique a malmeter para dividir el colectivo de productores.

Ahora bien, al igual que en mi coche la potente antena es vital para poder deleitarme con Radio María y la antena de los políticos debe estar bien orientada hacia el sector, no es menos cierto que la antena de las organizaciones agrarias debe estar bien orientada hacia el sector productor para que, dirigentes y base productora, estén en buena sintonía.

 

Xabier Iraola Agirrezabala
Editor en Kanpolibrean.
Blog sobre la granja y el mundo alimentario.

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