Las bancarrotas agrícolas en los Estados Unidos y su repercusión en la industria láctea

Durante el año 2019 hubo en Estados Unidos (EE.UU.) del orden de unas 600 solicitudes de bancarrota agrícola. Ello supone la mayor cifra desde el año 2011, y es del orden de un 24 por 100 más que el total del año anterior, según ha informado la Federación Estadounidense de la Oficina Agrícola.

A significar que estado de Wisconsin, que se encontraba entre los cinco principales estados productores de leche en el año 2018, tuvo el número más alto de quiebras, 48. Las bancarrotas agrícolas que está habiendo en los Estados Unidos han hecho aumentar paralelamente los precios de la leche y el queso en aproximadamente un 40 por 100 a lo largo del año 2019 y en la temporada de vacaciones navideñas los mencionados aumentos sufrieron un pequeño impulso adicional, cuando los mencionados precios habían sufrido, en la citada época, caídas significativas en los últimos años.

La primera conclusión es que en los Estados Unidos el problema en que está inmersa la leche (nos referimos a la leche de vaca) a nivel de mercado es realmente muy grave. En concreto el consumo de leche de vaca per cápita en Estados Unidos ha caído más del 40 por 100 desde el año 1975, según datos de Associated Press.

Las ventas de todos los tipos de leche de vaca (entera, semidesnatada y desnatada) han disminuido un promedio de 6 por 100 anual durante los últimos cuatro años, según la empresa estadounidense de información, datos y medición Nielsen, que afirma que durante el último medio siglo, Estados Unidos ha perdido nada menos que un millón de granjas lecheras.

Por otra parte, la firma Nielsen asegura que las ventas de leche de avena en Estados Unidos aumentaron un 636 por 100 a más de 52 millones de dólares solo en el último año. Y se espera que el mercado mundial de alternativas lácteas supere finalmente los 18.000 millones de dólares el pasado año 2019; ello supone un 3,5 por 100 más que en el año 2018, según Euromonitor. Pero, aun así, esta cifra sigue siendo una relativamente pequeña fracción del mercado tradicional de la leche, que llegará a alrededor de 120.000 millones de dólares a nivel mundial este año. Una base del problema (y de ello debemos tomar buena nota en la Unión Europea) es que a medida que los gustos han ido cambiado y los consumidores se han vuelto más conscientes sobre el medio ambiente, la salud y el bienestar animal, la industria láctea ha sufrido un revés considerable.

Así, como ya se comentó hace unas semanas en esta misma Ágora Tribuna, la compañía Dean Foods ha tenido que luchar contra un auge en la industria de la leche no láctea y la creciente popularidad de alternativas menos azucaradas o de origen vegetal como la mal llamadas leches de almendras, de avena, de soja, de lino, de coco, de anacardo y otras, que han llevado finalmente a la ya comentada fuerte disminución en el consumo general de leche de vaca en los Estados Unidos.

Es decir el aumento en la popularidad de las alternativas a la leche de vaca en los últimos años ha dado lugar a que las ventas de la compañía Dean Foods se hayan desplomado y hayan llevado al mayor productor y distribuidor de leche de los Estados Unidos a tener que pedir la protección por bancarrota a través del Capítulo 11 de quiebras de Estados Unidos.

Ahora, otra de las principales industrias lácteas de EEUU, Borden Dairy, ha declarado que también está en la misma situación. Se trata de la segunda láctea más grande del país y probablemente también una de las más antiguas. Su origen se remonta al año 1857. La compañía ha desembocado en esta situación de bancarrota, debido al importante aumento del coste de la leche cruda y a los desafíos del mercado a los que se enfrenta la industria láctea, que han contribuido a hacer insostenible, su nivel actual de deuda.

Borden Dairy produce casi 1.900 millones de litros de leche (500 millones de galones) al año, emplea a unas 3.300 personas y tiene 12 plantas en todo el país. Tanto la ya mencionada Dean Foods como la empresa Borden Dairy son empresas texanas.

Insistimos que la fuerte y creciente competencia de otras bebidas como las de avena y almendra, así como cambios en los estilos de vida y en los productos que se toman para desayunar (dónde la leche ha dejado de ser alimento insustituible), han provocado esta caída del consumo global de leche.

Objetivamente hablando se está registrado un fenómeno similar en la Unión Europea y también en España dónde el consumo de leche líquida se ha reducido, en los últimos 19 años, a pesar del contrapunto que ha supuesto la inmigración, en más de 50 litros per cápita.

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