Dean Foods o cuando el mercado dicta sentencia

Dean Foods es una multinacional norteamericana creada a mitad de los años 20 del siglo pasado y que a principios del presente siglo fue propietaria de Leche Celta (la compró a don Antonio Marchal después de que fracasase el intento de fusión de Leche Celta con Leyma y Ram. La operación, cifrada por aquel entonces en 80 millones de euros, terminó seis años después con la venta de la empresa a la cooperativa portuguesa Lactogal, que sigue siendo su actual propietaria).

Dean Foods es considerada la mayor industria láctea de EE.UU. En el año 2018 facturó algo más de 7.800 millones de dólares, posee 61 fábricas distribuidas a lo largo y ancho de los Estados Unidos y dispone de unas 56 marcas líderes en el mercado.

A pesar de este gran potencial el pasado día 13 declaró su bancarrota voluntaria al no lograr revertir la caída continuada de sus ventas, motivada por el descenso del consumo de leche.

El Director Ejecutivo de la empresa, el señor Eric Beringause, en un comunicado hecho público en Dallas, sede de la multinacional, aducía como principal razón de la mencionada presentación de la bancarrota voluntaria la realidad del mercado que ha llevado a un desplome del 14 por 100 de su beneficio neto y que sus acciones hayan sufrido un descalabro del 80 por 100 durante los últimos 10 meses. Según el señor Beringause: a pesar de los grandes esfuerzos realizados para lograr unas líneas de negocio más ágiles y rentables, seguimos impactados por un entorno operativo desafiante marcado por continuos descensos en el consumo de leche.

Según los datos publicados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el consumo de leche entre los norteamericanos ha caído, desde el año 1975, más de un 40 por 100 un desplome que atribuyen a los cambios de hábitos de los consumidores que apuestan más por bebidas como tés, cafés de diseño, zumos de frutas o bebidas vegetales de soja o avena.

En efecto, en el año 2018 en los EEUU, con una población algo superior a los 327 millones de personas, se consumieron del orden de 22,2 millones de toneladas de leche lo que supone un consumo per cápita de unos 68 kg cuando en el año 1970 este consumo era de casi 99 kg (durante los últimos cuatro años las ventas de leche de vaca han caído en Norteamérica alrededor de un 6 por 100 mientras que las de bebidas a base de avena han registrado un repunte del 636 por 100).

Los daños colaterales de este descenso del consumo han sido notables. Así, por ejemplo, en el sector productor estos daños han sido más que evidentes progresando el cierre de explotaciones de vacuno de leche; así, a lo largo de la primera mitad del este año 2019 desaparecieron en Wisconsin, primer estado productor del país, un total de 449 explotaciones lecheras, lo que representa un aumento del 25 por 100 de las desapariciones en comparación con el mismo período del año precedente (actualmente en los Estados Unidos hay 37.468 granjas con vacuno lechero y un total de 9,5 millones de vacas).

Aquí nos podemos aplicar el famoso refrán: “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar…pon las tuyas a remojar”. En efecto, el consumo de leche líquida en España también ha caído de una forma vertiginosa; así, de los 125 litros per cápita de finales de los 70 del siglo se pasó a los 99-100 del año 2000 y se ha llegado a los 68 actuales (parece que esta caída se ha frenado en este año 2019, pero habrá que ver qué sucede en los próximos 5 años puesto que los hábitos de consumo y las modas, en lo que al consumo de leche líquida se refiere, siguen un patrón muy similar al de los Estados Unidos de Norteamérica.

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