El mercurio y los pescados
En estos últimos meses está creciendo la preocupación por la presencia de mercurio en el pescado que comemos. Es cierto que la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) considera tolerable consumir semanalmente 4 microgramos de mercurio por kilo de peso corporal.
En algunos estudios publicados en estas últimas semanas se ha referido que se pueden consumir prácticamente sin restricciones los siguientes pescados: anchoa, pez mantequilla, rodaballo, merluza, arenque, tilapia, platija, salmón, sardina, camarón y el lenguado. Por otras parte se pueden consumir de una o dos veces por semana, la lubina, la carpa, el bacalao, el halibut, el rape, la raya y el bonito.
En este marco indicar que un estudio publicado recientemente por la Universidad de Harvard en los Estados Unidos (Amina T. Schartup, Colin P. Thackray, Asif Qureshi et al.: “Climate change and overfishing increase neurotoxicant in marine predators”. Nature. 2019.) hace hincapié en el hecho de que el cambio climático está aumentando la concentración de mercurio en el pescado.
El mercurio es un elemento que existe en el planeta de forma natural, pero en los últimos años su nivel se ha disparado como consecuencia de los vertidos industriales al mar, así como por el aumento de la temperatura del mismo.
En el caso de Europa, las principales fuentes de contaminación son las emisiones de las centrales térmicas de carbón, calefacciones y cocinas y la industria del cloro, que vierten grandes cantidades de este material pesado a los mares y océanos. La minería y la eliminación de residuos también tienen parte de culpa. Algo de mercurio también llega a los mares de forma natural, a través de las emisiones que vierten los volcanes.
Una vez liberado al medio, ciertas bacterias lo transforman en metilmercurio. Esto hace que al aumentar la concentración de mercurio en el pescado, a la larga también afecta a las personas que lo consumen. Y es que numerosos estudios han demostrado que el exceso de mercurio tiene efectos neurotóxicos.
La investigación en que se fundamenta la mencionada publicación recopiló los informes de un periodo superior a los 30 años en lo que atañe a las concentraciones de mercurio en diferentes zonas del océano Atlántico. Las conclusiones a las que han llegado los investigadores son realmente preocupantes dado que, entre los años 1970 y 2000, el nivel de este tóxico en el pescado aumentó un 23 por 100.
Desde este año hasta la actualidad del 2019, en términos globales, el mercurio en el pescado ha vuelto a aumentar en más de un 6 por 100.
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